En algún lugar secreto de Garrido, dos chicas bien majas y de muy buen ver arreglan el mundo entre cañas…
-Creo firmemente que una persona puede cambiar las cosas -dice una-. No digo que vaya a salvar el mundo ni nada parecido, pero sí puede mejorar su entorno más cercano.
-Estoy de acuerdo, compañera. Se empieza por uno mismo, se sigue por un amigo o un familiar.
-El vecino de enfrente -continúa-, el negocio pequeño donde compras a diario.
-Exacto -afirma la otra-. Tampoco hace falta hacer nada heroico.
-Con pequeños gestos se pueden lograr grandes cambios.
-Anda, ¿y esa frase? ¿De dónde la has sacado? ¿No se la habrás robado a Obama o algo parecido? Que luego nos piden derechos de autor.
-No, tranquila, me acaba de venir así, ¡plaf! Será la cerveza.
-Será… -la mira por encima del vaso.
-Por el barrio, por los pequeños grandes cambios -grita Rosa. La gente se gira a mirar.
-¡Por el barrio! -grita Tere.
Hacen una pausa para consumar el brindis, y quedan un momento en silencio, meditativas.
-¿Te has dado cuenta de que ya estamos en Navidad de nuevo? ¡Cómo pasa el tiempo!
-Jajaja, ¡pareces una anciana diciendo eso! Pero sí, tienes razón, y en breve Nochevieja otra vez.
-Buff, estos días me recuerdan a mi infancia siempre. A las obras de teatro del cole vestidos de pastorcitos, a los villancicos en familia, a la emoción de ver la cabalgata…
-Es verdad. Y al día siguiente cargados todos con los regalos en el primer día de cole. ¡Yo recuerdo ir con la casita PinyPon por la calle para enseñárselas a mis amigas de clase!
-Qué bueno -dice mientras esboza una sonrisa-. Espero que los niños sigan haciendo cosas así.
-Sí, yo también.
De nuevo, se hacen unos segundos de silencio, mientras las dos beben otro trago de cerveza.
-Por cierto, esta cerveza está cojonuda -dice Tere.
-¿Cuál te has pedido?
-Una Malasombra trigueña.
-¿La artesana de Salamanca?
-Esa misma.
-No hay nada como el producto salmantino.
-Debería existir una cerveza de Garrido.
-Sería la mejor -asiente Rosa-.
-Ni que lo digas.
-Pero volviendo a nuestro asunto... -Rosa duda unos segundos antes de empezar a hablar-, ¿crees que la Navidad está perdiendo su esencia? Me refiero a si crees que estos días son ahora igual que lo eran cuando nosotras éramos niñas.
-No sé qué pensar, la verdad. Puedo decirte que ahora veo la Navidad de una manera muy diferente. Aunque es lógico, nos hacemos mayores -dice Tere-. Cuando era niña estos días los disfrutaba al máximo: mi familia se reunía en una casa, comíamos y reíamos juntos. La Navidad era la celebración del reencuentro y la familia. La alegría de poder estar juntos un año más -da un sorbo corto, intenso, de los que cuesta tragar-. Ahora la Navidad me aterroriza. Los niños salen en la tele diciendo que no pueden vivir sin los juguetes, hay gente pasándolo realmente mal mientras vemos imágenes de mesas repletas de comida y mensajes que invitan a consumir. Hay mucha gente sola. Creo que estas fechas acentúan la soledad. Y además, ya hay ausencias en la familia. Eso sí, lo de "vuelve a casa, vuelve" está de más actualidad que nunca.
-Yo tengo la sensación de que hubo unos años en los que la Navidad, y casi cualquier celebración, se reducía a comprar cuanto más mejor, y que ahora con la crisis estamos volviendo a valorar cosas más importantes que las materiales.
-¿Tú crees? Ojalá fuera así, sería más humano. Pero yo tengo la sensación opuesta. El mundo sigue de mal en peor, pero el mensaje Navideño que se percibe sigue siendo el de "regalos, comida, lotería, ¡compra!, ¡¡¡compra!!!".
-Sí, el mensaje sigue siendo ese, pero creo que está habiendo un cambio en la mentalidad. De hecho, si te fijas, incluso los anuncios de la tele han cambiado -dice mientras piensa unos segundos bebiendo un trago de su vaso-. Quizá debido a la crisis y a la situación general, mucha gente lo está pasando mal y los que no están en situación precaria, tienen el miedo de perder sus empleos, y tal vez por eso creo que se empieza a ver un cambio de pensamiento. Veo hasta más solidaridad entre las personas en estas fechas. Piensa por ejemplo en la campaña que hicieron los Bancos de Alimentos hace unos días y la enorme respuesta que recibieron. Creo que en ese sentido la Navidad sí nos mueve un poco el corazón.
-Supongo que hay tantas versiones como familias. Cada cual ha celebrado estos días de una manera distinta y de ahí su concepto de la Navidad.
-Así es. Cada familia es diferente y cada uno vemos estos días de forma distinta.
-Y no olvidemos que el origen de la Navidad está sujeto a la religión. Me sé de algunos que celebrarán una feliz Saturnalia... Pero si nos centramos en las prisas por comprar las cosas a tiempo, por parecer relucientes y felices (aunque no lo seamos) esas noches de fiesta, por regalar y ponernos hasta arriba de comida y bebida, entonces, si hemos perdido de vista el origen, en realidad ¿qué celebramos en Navidad?
-Sí, en eso estoy de acuerdo. El origen y la celebración religiosa están completamente difuminados… Incluso siendo creyente, como en mi caso, al final nos dejamos llevar por la corriente general.
-Y en cualquier caso, es difícil no hacer balance del año cuando éste termina. Aunque no quiera, siempre me sorprendo pensando en cómo ha ido, qué cambiaría, qué debería mejorar en el siguiente.
-Yo he tenido un año con altibajos, la verdad -responde Rosa-. Algunas cosas positivas y otras negativas, así que espero que el 2014 sea bastante mejor. No solo para mí, sino para todos en general, que mejore la situación.
-Bueno Rosa, yo me alegro de celebrar la Navidad, un año más, en Garrido. Ver que, a pesar de los obstáculos, sigue en pie y con expectativas de futuro. Como un auténtico guerrero.
-Y yo también, Tere. Y que permanezca ese espíritu charro y de Garrido por muchos años.
Las dos “jóvenes” brindan, esta vez en silencio, entrechocando sus vasos.
-Oye, ¿has visto como van los votos de los premios de Sobre lo Humano y Divino?
-Joder, sí, ¡está reñida la cosa!
-Al final nos quedamos sin los brotes verdes.
-Bueno, les mandamos un saludo igualmente. Y de paso les felicitamos las fiestas, igual que a todos los vecinos!
Rosa y Tere se giran y dicen hola con la mano.
-Me voy a pedir otra, ¿quieres?
-Por supuesto.
Rosa espera a la segunda ronda jugueteando con el móvil. «Pues nada» piensa, «ya hemos arreglado un poco el mundo. Verás como viene ahora alguien y lo desarregla».
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¡Feliz Navidad a todos! |